Los biomarcadores abren nuevas vías para mejorar el abordaje de la artrosis gracias al diagnóstico precoz y los tratamientos personalizados

  • La artrosis ya no se define como una “enfermedad degenerativa” y las últimas investigaciones apuntan a su origen inflamatorio  

  • Se trata de una enfermedad compleja, multifactorial y que afecta principalmente a mujeres y personas de edad avanzada

  • Su mayor conocimiento a nivel genético y biológico permitiría empezar a detectarla “a tiempo”, antes de que dé síntomas

  • Perder peso, reducir el estrés mecánico y dormir mejor, claves para mejorar la vida de quienes ya viven con esta enfermedad

Hasta ahora, el diagnóstico de la artrosis suponía para los pacientes asumir que vivirán con una enfermedad crónica, progresiva, discapacitante y con escasas opciones terapéuticas más allá del control del dolor. Y para los profesionales que les trataban, una importante limitación, al no contar con herramientas eficaces para frenar o revertir su avance. Eso puede estar comenzando a cambiar gracias a la mayor comprensión de la enfermedad y al uso de biomarcadores que permiten adelantar el diagnóstico y personalizar el tratamiento.

Estas fueron algunas de las conclusiones de una jornada celebrada en la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) con motivo del Día Mundial de las Enfermedades Reumáticas el pasado fin de semana y que reunió a algunos de los principales referentes nacionales en esta patología.

Organizada por el Grupo de Bases Moleculares y Celulares de las Enfermedades Inflamatorias/Autoinmunes de la UCM en colaboración con la Red de Enfermedades Inflamatorias (RICORS-REI), la jornada tenía como objetivo “aunar la experiencia clínica, la innovación y la visión de los pacientes”, en palabras de los organizadores.

“La artrosis está entre las diez enfermedades que más discapacidad causan en los países desarrollados. Tradicionalmente la asociamos con la edad avanzada, pero también puede afectar a personas jóvenes y a deportistas”, explicó durante la apertura de la sesión la Dra. Carmen Martínez Mora, profesora titular en la Facultad de Medicina de la UCM, Investigadora en el Instituto de Investigación Biomédica del Hospital Clínico San Carlos (IdISCC) y representante de la RICORS-REI.

La Dra. Martínez subrayó el compromiso de esta Red con la investigación colaborativa y con la participación activa de los pacientes. “Su voz es fundamental, tanto para el avance científico como para la práctica clínica”, explicó. De ahí, según destacó, el lema de la jornada: “‘investigamos contigo, por y para ti’”.

La artrosis ya no es una enfermedad degenerativa

“En la actualidad, diagnosticar y tratar la artrosis no sirve de mucho. Hay que pronosticar y prevenir”, defendió el Dr. Francisco J. Blanco, del Instituto de Investigación Biomédica de A Coruña (INIBIC). “El problema es que hoy en día diagnosticamos tarde, cuando el cartílago y otros tejidos de la articulación ya están dañados y el paciente tiene dolor. Lo ideal sería identificar la enfermedad en su fase temprana, cuando se están produciendo cambios a nivel molecular pero todavía no hay síntomas”, añadió.

Este retraso en el diagnóstico también afecta a los resultados que se obtienen en los ensayos clínicos, según explicó el Dr. Blanco: “Se han probado muchos fármacos pero no se ha podido demostrar que frenen la progresión de la artrosis, probablemente porque los estamos probando en pacientes que ya están en la fase terminal, donde revertir o frenar el proceso es muy complicado”.

Aun así, el reumatólogo destacó que en las últimas tres décadas se ha producido un gran impulso en el conocimiento de la enfermedad (gracias a la concepción de la articulación como un órgano y no un tejido y al desarrollo de herramientas moleculares que permiten estudiarla con detalle). Esto le permite albergar cierto optimismo respecto a nuevos abordajes diagnósticos y terapéuticos en los próximos años.

Este mayor conocimiento, según explicó, ha llevado a un cambio en la definición de la artrosis. De acuerdo con las nuevas descripciones que recoge la Organización Internacional para la Investigación en Artrosis (OARSI, por sus siglas en inglés), esta ya no es una enfermedad degenerativa, sino una enfermedad inflamatoria, que implica cambios moleculares y metabólicos en los tejidos de la articulación.

También se han podido establecer diferentes tipos de artrosis (fenotipos) en función de las causas de la enfermedad y distintos perfiles de riesgo. En la actualidad, la investigación busca establecer biomarcadores (señales o moléculas que se pueden medir y que informan de lo que está sucediendo en la articulación) que permitan lograr un diagnóstico temprano y un tratamiento personalizado. “Gracias a los biomarcadores, podremos aplicar la medicina de precisión a la artrosis. Del fenotipo tenemos que pasar al endotipo y al teratipo: conocer cómo cada paciente responderá a cada terapia”, explicó.

En concreto, el Dr. Blanco investiga en el desarrollo de biomarcadores capaces de anticipar el diagnóstico y la progresión. Mencionó, entre otros, el uso de la puntuación de riesgo poligénico (PRS), la búsqueda de polimorfismos del ADN mitocondrial del cartílago y la identificación de alguna proteína dentro de las más de 1.500 que se han descubierto asociadas a distintos tipos de artrosis. También habló de la clasificación de pacientes según su respuesta a los SYSADOA, fármacos de acción lenta dirigidos a mejorar la función articular y sobre los que todavía no hay un consenso pleno. “Nosotros defendemos que sí son útiles para el control del dolor en algunos pacientes y hemos desarrollado un instrumento para predecir quiénes podrían responder mejor”, anunció.

El péptido VIP: una molécula pequeña con un gran potencial

Dentro de esta misma línea de investigación (encontrar biomarcadores que permitan a los profesionales clínicos adelantar el diagnóstico de la artrosis), la Dra. Selene Pérez García, profesora de la facultad de Ciencias Biológicas de la UCM e investigadora del IdISSC, presentó una línea de trabajo centrada en el péptido intestinal vasoactivo (VIP), una pequeña proteína con distintas propiedades dentro del organismo que parece guardar también relación con la artrosis.

Su equipo ha identificado variantes genéticas que influyen en los niveles de VIP en sangre. “Nos planteamos la pregunta de si VIP puede ser un biomarcador útil para la detección y el tratamiento de la artrosis”, explicó. Para trabajar con esta pequeña proteína de forma fiable, dado que sus niveles en sangre son muy variables, secuenciaron el gen asociado a su presencia en el organismo y se centraron en observar los polimorfismos o mutaciones de este gen.

“Las variantes genéticas asociadas a niveles elevados de VIP se relacionan con menor severidad en artritis de reciente comienzo. Por eso creemos que VIP puede ser un biomarcador pronóstico e incluso un posible modulador terapéutico”, señaló. Los estudios también apuntan a un papel osteoprotector y condrogénico (protector del hueso y regenerador del cartílago, respectivamente).

Todos estos prometedores hallazgos se encuentran en fase de investigación y esperan su transferencia a la clínica a través de ensayos. La Dra. Pérez ha trabajado a partir de observaciones en modelos celulares y en un innovador “chip de articulación”, desarrollado por el equipo del Dr. Benjamín Fernández del Hospital Clínico San Carlos, que simula las condiciones in vivo de oxigenación del cartílago y el hueso.

De la articulación a la persona: nuevos enfoques terapéuticos para quienes ya tienen artrosis

Por su parte, la Dra. Raquel Largo, investigadora del Instituto de Investigación Sanitaria Fundación Jiménez Díaz (IIS-FJD) destacó que, además de identificar las etapas más precoces de la enfermedad a través de biomarcadores, cada vez más grupos de investigación trabajan en encontrar estrategias útiles para aquellos pacientes que ya presentan síntomas clínicos.

“Debemos ofrecer esperanza y motivación a quienes ya sufren la enfermedad”, señaló la doctora. En su opinión, esas opciones pasan por aplicar un enfoque holístico sobre la patología. “Reducir el estrés, mejorar la dieta, controlar la ansiedad, dormir bien y bajar de peso son opciones claras para ralentizar la progresión de la enfermedad”, destacó.

La Dra. Largo subrayó que la artrosis es una enfermedad compleja y multifactorial, en la que intervienen factores mecánicos, metabólicos, neurológicos y emocionales y en la que “dos más dos no son cuatro”. “La artrosis no mata, pero lo que conlleva sí: no caminar, no hacer vida social, la depresión o los problemas cardiovasculares asociados”, enumeró.

“Hay varias publicaciones recientes, dos de ellas aparecidas en Nature Reviews: Rheumatology, que hablan de esta enfermedad como una enfermedad del organismo; no del cartílago, como clásicamente nos han hablado, y más allá de la enfermedad del órgano de la que nos hablaba el Dr. Blanco. La artrosis es una enfermedad sistémica, del paciente en su conjunto”.

Uno de los aspectos clave abordados por la especialista fue el papel del tejido adiposo en la progresión de la artrosis. “Muchos pacientes padecen artrosis en el contexto de alteraciones metabólicas como la diabetes, la obesidad o la hiperlipemia. Son situaciones en las que existe una inflamación sistémica crónica de bajo grado que condiciona la evolución de la enfermedad”, explicó.

La obesidad influye en el estrés mecánico de la articulación, pero también influye directamente en la inflamación crónica de bajo grado, según explicó la Dra. Largo. “Cuanta más grasa tenemos, mayor es la inflamación y la percepción del dolor. Y perder peso, incluso de forma modesta, mejora el dolor y frena la destrucción de la articulación”, destacó.

Pacientes, protagonistas de la investigación

El cierre de la jornada corrió a cargo del Dr. Josep Vergés, presidente de la Fundación Internacional de la Artrosis (OAFI), quien recordó que esta dolencia afecta mayoritariamente a las personas mayores. Sin embargo, dijo, “hay un 20% de personas de edad avanzada que no tienen artrosis”; y, por contra, “cada vez vemos más casos en jóvenes y adultos de mediana edad”. Destacó además su alta prevalencia en mujeres: “Las mujeres están discriminadas en muchos ámbitos… y también en éste”, denunció. La artrosis es la enfermedad más común en mujeres mayores de 15 años, con 21,2% de prevalencia, según datos de la última Encuesta Nacional de Salud.

El Dr. Vergés subrayó la importancia de acompañar y ofrecer herramientas que faciliten que los pacientes puedan empoderarse y concienciar a la sociedad a través de la educación y la prevención e hizo un repaso por las iniciativas que mantiene su Fundación dentro de ambos objetivos.
Entre los proyectos de OAFI, el Dr. Vergés mencionó el simposio Articulando el Deporte, que reúnen a expertos y pacientes en torno al conocimiento y la práctica del deporte saludable, el congreso anual de pacientes OAFI Congress que este año lleva por lema ‘Más fuertes que el dolor.

También habló de los programas OAFI Woman, orientado a la salud articular femenina y OAFI Children, centrado en la prevención desde edades tempranas, o de los espacios audiovisuales de divulgación que realiza la Fundación a través de OAFI Radio y OAFI Sport.

OAFI también realiza investigación científica y participa en ensayos clínicos. “Los pacientes deben ser parte activa de la investigación y del cambio. Sin ellos, la ciencia no avanza”, afirmó el Dr. Vergés.

En la imagen de portada, de izquierda a derecha, la Dra. Carmen Martínez Mora, el Dr. Francisco J. Blanco, la Dra. Selene Pérez García y la Dra. Raquel Largo. En la imagen superior, la Dra. Martínez Mora y el Dr. Josep Vergés. En la imagen inferior, el Dr. Vergés. 

 

FECHA DE PUBLICACIÓN

  • miércoles, 22 octubre 2025
    3:08 h